Nacer con un don especial en un mundo y tiempo de hombres, siempre ha impedido a las mujeres fuertes de carácter, alzarse sobre los estúpidos prejuicios masculinos. Ella ve. Ve cosas que los demás no ven. Ella lo llama el velo de la realidad porque es lo más parecido, a lo que se pone para tapar su oscura tez. Sabe que el velo se debilita cuanto más terror inunda su corazón, y que por mucho que intente avisar a los demás, nadie lo aceptará. Ella es solo una mujer, ¿quién la va a creer?
Al poco de ver el velo casi desaparecer, deja de intentar avisar a los demás. Se da cuenta de que es inútil gritar. Descubre lo que ya intuía, que tras nuestra realidad, hay otra realidad. Que hay gente allí y que como ella, aterrados están. Lo mismo le da que nadie la vaya a escuchar: ella, no está sola ya. Los del otro lado lo están sufriendo igual y aunque en nada a un ser humano se puedan parecer, ella solo siente piedad. El terror es el mismo y no conoce de tipos de piel. El horror…, es universal.
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